Acto de memoria a las víctimas del conflicto en Miravalles - Meta
En la vereda Miravalles del municipio de El Castillo, Meta, el conflicto armado dejó una gran cantidad de víctimas, desplazamiento y desolación. La mayoría de las casas se encuentran deshabitadas, dando un aspecto de pueblo fantasma. Los habitantes están comenzando la repoblación y el retorno a sus antiguos hogares. Están preocupados por la ola de violencia que ha continuado después de la firma del acuerdo de paz entre la guerrilla de las FARC y el Estado colombiano.
Casi un centenar de personas, se dieron cita el 14 de marzo, inicialmente en el caserío y luego en la caminata hasta el cementerio para la inauguración de un monumento que hace homenaje a las víctimas en esta zona olvidada del Meta.
El diálogo permitió conocer a las víctimas de esta región, y al mismo tiempo, evidenciar las ganas que tienen de seguir adelante y superar esa época oscura en la que la zozobra y el miedo dominaban las calles y los caminos de la vereda.
La actividad estuvo acompañada por organizaciones como el Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda, la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, la Corporación Claretiana Norman Pérez Bello, el Movimiento de Víctimas de Crimenes de Estado, Movice, y la Misión Claretiana Medellín del Ariari, así como vecinos de la zona, familiares y amigos de las víctimas que juntaros sus voces y sus experiencias para hacer un ejercicio de construcción de paz y reconciliación.
Entre las intervenciones de los participantes, llama la atención una historia de resistencia y organización que existió en esta zona y que se vio apocada con la llegada de los grupos paramilitares y el ejército. En donde se generó un incremento de la violencia, asesinatos, desplazamientos y la persecución a los líderes y lideresas locales, como lo relata Ricaute Herrera, quien perdió a dos hermanos, uno a manos de la séptima brigada en Villavicencio y el otro a manos de la policía en Antioquia. Él, sigue luchando por permanecer en la región y poder dedicar su vida al campo y a la producción de alimentos.
La actividad, liderada por Luz Odilia León - víctima de crímenes de Estado, lideresa y defensora de derechos humanos- fue resultado de un largo caminar por organizaciones y entidades para que apoyaran la iniciativa de instalar un monumento de memoria en el cementerio de Miravalles, que de cuenta de la atrocidad de la guerra y que recuerda a pobladores de la vereda que perdieron su vida en medio de la violencia desatada por el conflicto.
Luego del espacio de diálogo con los participantes, se realizó una caminata hacia el cementerio, lugar donde se instaló el monumento y fue el escenario de una ceremonia liderada por el Padre Alberto Franco de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, quien hizo énfasis en el derecho, la obligación y el deber que tienen los familiares para conmemorar y reivindicar a los muertos que ha dejado la guerra que por décadas se ha mantenido en Colombia.
La caminata al cementerio estuvo acompañada por un grupo musical que tiene dentro de sus integrantes a víctimas del conflicto. Al ritmo de tambores, guitarra y quenas, llenaron de emotividad y significado cada momento de la ceremonia, que se prolongó por al menos dos horas, tiempo en que los asistentes pudieron compartir y traer a la memoria a todas aquellas personas que alguna vez caminaron entre ellos y que hacían parte de la vida comunitaria de la vereda.
Además, el homenaje a las víctimas estuvo acompañado de Luz Marina Hache, familiar de una víctima de desaparición forzada. Luz Marina resaltó la importancia de mantener la memoria de nuestros familiares y comenta que es gracias a este tipo de actos que se hace posible. En el acto también estuvo Ada Luz García Méndez, hija de María Mercedes Méndez, destacada dirigente comunista y alcaldesa de El Castillo, Meta en el período del 1990 a 1992. María Mercedes fue asesinada en la masacre de Caño Sibao el 3 de junio de 1992.
Para Ada Luz, estos espacios reafirman la importancia de la recuperación de la memoria para ayudar a garantizar que no se repitan los hechos de violencia que han fragmentado el tejido social y el desarrollo de las regiones en el país.
Finalizando el día, en el cementerio, la jornada terminó con abrazos, cantos de alegría y resistencia, demostrando cómo la perseverancia de los familiares de víctimas es fundamental para mantener la memoria de aquellos que han dedicado su vida a lograr los cambios que este país necesita y que están siendo negados por las políticas gubernamentales que permanentemente agreden la dignidad del campesinado, niegan el conflicto armado, minimizan a las víctimas e ignoran a sus familiares.